¿Qué tienen en común una semilla que sembramos en la tierra y una estrella que brilla a millones de kilómetros? Más de lo que imaginamos.
Desde siempre, quienes cultivamos la tierra hemos aprendido a mirar el cielo. Nuestros abuelos sabían cuándo sembrar guiándose por la luna y las estrellas, mucho antes de que la ciencia moderna explicara esas conexiones. Y hoy, en un tiempo donde el clima parece volverse cada vez más incierto, quizás sea momento de volver a mirar arriba y preguntarnos: ¿qué señales nos está dando el cielo ahora?
Cuando era niña me gustaba recostarme en el suelo de la casa de quien conocí como mi abuela materna, a espantar cientos de luciérnagas que se movían como estrellas en la oscuridad, para contemplar el cielo. Allá por el Paso de los Herreros, hoy Paso de Guadalupe en la Zona Media del estado de San Luis Potosí. Me preguntaba si allá arriba habría maíz como aquí abajo. En ese entonces no lo sabía, pero esa pregunta inocente era el inicio de la búsqueda que hasta hoy en estos días me acompaña: entender cómo se conecta el cosmos, la ciencia y la tierra con la vida del día a día.
Todos los abuelos lo sabían mucho mejor de lo que creemos, pues ellos no tenían ni telescopios ni libros de astronomía, pero sabían cuando sembrar de solo voltear al cielo y ver las estrellas; como las Pléyades, que anunciaban que las lluvias no tardarían en llegar y era tiempo de preparar la tierra para el cultivo de maíz. La luna marcaba el tiempo para plantar, podar y cosechar, aunque hoy muchos piensen que solo eran creencias, la ciencia nos ha mostrado que esos ciclos celestes tienen impacto real en los ciclos de la vida aquí en la Tierra. Justo por eso es que decidí escribir esta columna, para compartir esas conexiones invisibles pero poderosas. Porque aquí en las comunidades hay saberes que necesitan ser contados, historias que nos recuerdan que los conocimientos no son solo par académicos o científicos, son parte de todos los que un día hemos contemplado las estrellas y sembrado con esperanza.
La agricultura depende del suelo y del clima, el clima de la posición del planeta, de fenómenos como los solsticios y equinoccios. La Astronomía no es tan lejana, es el origen en cierto modo del calendario agrícola que usamos. Tan es así, que hoy podemos hablar de los elementos químicos que forman parte de nuestro cuerpo, de las plantas y de todos los seres vivos, que provienen del corazón de los cuerpos celestes y que los astrofísicos llaman: polvo de estrellas. O de como el carbono y el Nitrógeno (tan costoso el día de hoy) fundamentales en la agricultura se originaron en procesos cósmicos.
El conocimiento científico está presente en las milpas, en el suelo que pisamos, en la lluvia que añoramos, y en cada día que vivimos. Todos somos herederos de saberes agrícolas milenarios. Podríamos unir esa riqueza, la ciencia moderna y la Astronomía para tener una herramienta para valora y entender nuestra historia.
Descendemos de grandes ingenieros, arquitectos y astrónomos que jamás fallaban al calcular los fenómenos de la tierra o al predecir el clima en tiempos futuros. Nuestra raza de bronce es de conocimientos avanzados y especializados; la
agricultura llegó muchos años antes de los que dicen nos conquistaron y evangelizaron.
Hoy los agricultores comentan que no saben cuándo sembrar, el tiempo parece haberse vuelto impredecible, los que saben dicen que es el cambio climático.
Así que cuando esta semana observes el 13 de marzo el eclipse total lunar, inicia desde el oeste para echar un vistazo a Júpiter y Marte, la luna estará al inicio en la constelación de leo (bajo la pata trasera del león) luego cruzará hasta la constelación de virgo, será más fácil ver las constelaciones cuando la Tierra valla atenuando el brillo de la luna. Veras la luna roja o también llamada de sangre; la miraras de ese color por la luz solar que se filtra en la atmósfera de la Tierra.
Luego de ese espectáculo, no olvides que cada fenómeno astronómico es también un recordatorio: lo que pasa en el cielo impacta nuestras tierras. Y así como nuestros abuelos miraban el cielo esperando señales para sembrar, podemos mirar las estrellas con la misma esperanza y curiosidad.
Desde las raíces de la tierra, hasta las estrellas del firmamento… sembremos ideas y cultivemos conocimiento.
Nos leemos pronto.