“Las personas sin conocimientos de su pasado, su origen y su cultura, son como un árbol sin raíces”.
Marcus Garvey
La cultura de San Ciro de Acosta reside en los corazones y en el alma de su gente. En este día, no es posible dejar en el olvido una de las fechas más significativas en la historia de nuestro municipio: un 16 de febrero, pero de 1853, quedó decretado que lo que había sido una colonia militar se elevaría a la categoría de Pueblo, comenzando a ostentar el nombre de “Villa de San Ciro”.
Su demarcación comprendería las siguientes haciendas y ranchos: Antigua Hacienda de Albercas con sus ranchos de Aguacate, Tinaja, Relámpago, Codornices y el Órgano; Hacienda de Amoladeras y sus ranchos anexos; Hacienda de Santa Teresa y sus ranchos anexos; Ranchos de San Sebastián, Corral de Baqueros [sic], Puerto de Vielma, Puerto de Martínez, San Francisco de la Puebla, Palo Alto y San Rafael de Palo blanco.
Este hecho marcó el nacimiento de este lugar en la esfera de los pueblos que formaban entonces el estado de San Luis Potosí. Se integraba la nueva Villa; se hacía la entrega de esta población con las formalidades debidas; se nombraban las primeras autoridades; y, por medio de un bando público, se hacía saber a los vecinos colonos que quedaba erigida en villa esta población y extinguida la colonia que la formó.
De una estancia de Albercas vino la Colonia Militar de Albercas. Pueblo y gobierno forjarían el nacimiento de la Villa de San Ciro que habría de cambiar su nombre décadas más tarde por el de Villa Pedro Montoya, hasta llegar a convertirse en el municipio de San Ciro de Acosta.
Denominaciones de más o nombres de menos, no atañe a nuestro festejo; el hecho fue que se comenzó a trazar una cultura y fomentar una identidad. Sí, esa conjunción, de cultura e identidad, que vino a identificar a este pedacito de suelo: uno de los más pequeños en el Estado, una de las 59 demarcaciones municipales existentes hoy en día.
Y así fue… así fue como llegamos a 172 años de distancia en la que debemos de sentirnos orgullosos de los logros. Hoy San Ciro de Acosta vive, y vive de la mano de su historia compartida.
Noble cuna de mujeres y hombres ilustres, párrocos notables, sobresalientes deportistas, comerciantes prósperos, estudiantes distinguidos, y tierra natal de ciudadanos comunes que siguen apostándole a esta hermosa tierra.
En este día, y en forma consecuente, debemos acompañar la idea de construir un San Ciro de Acosta, pero en la forma en que queramos que lo recuerden las generaciones que vienen. Habrá que unirnos en el aliento y en el propósito para conseguirlo.
Reflexionemos sobre todas las personas que les ha tocado vivir en este lugar, sobre los que lo han forjado con ahínco y firme decisión; que su lucha y su atrevimiento de soñar valgan la pena.
¡Que viva nuestro San Ciro de Acosta y que vivan sus tradiciones!